La ceremonia de entrega de premios del Día C, el gran festival publicitario de nuestro país, arrancó con un vídeo que era una gran inside joke del mundo publicitario. Uno de los chistes era un plano con múltiples calvos de la publicidad -creativos, mascotas, un actor y el que escribe estas líneas- acompañados del mejor pelazo de la publicidad española, Kerman Romeo.
Lo cual es una percha estupenda para hablar de la alopecia. Vaya por delante que aquí se va a hablar sólo de la alopecia androgenética, el tipo más habitual: casi el 50 % de la población española padece alopecia y de ellos, un 90 % será de carácter androgénico. Hay muchos grados de calvicie y están todos recogidos en la escala Hamilton-Norwood.
Y un dato tremendo: además de en transplante de órganos y de consumo de ansiolíticos, España es líder mundial en calvos:
Sin embargo, en España la calvicie es considerada como un problema. Veamos unos titulares de prensa:
Tratamiento, cura, proteger… el vocabulario es el mismo que se utiliza para hablar del cáncer: la alopecia es una enfermedad.
Niega la mayor Chat GPT:
La alopecia no es una enfermedad en sí misma, sino un síntoma o condición que puede tener diversas causas. Se define como la pérdida anormal del cabello y puede estar asociada a factores genéticos, autoinmunes, hormonales, estrés o deficiencias nutricionales.
El problema real no es el hecho de que perder el pelo sea una enfermedad o no, es cómo hace sentir a los hombres y cómo les ve la sociedad.
No hay mucha información fiable al respecto. Un estudio de 2005 revelaba que la pérdida de pelo afecta a la autoestima de un 62% de los hombres que pierden su pelo.
Quizá la alopecia sea un problema no por cómo se ve uno mismo, sino por cómo le ven los demás: un estudio en Alemania se enviaron CV ficticios con la misma experiencia a los responsables de RR. HH. de 98 grandes empresas: algunos incluían la foto de un candidato con una melena abundante, en otros se había eliminado su pelo digitalmente. Alrededor del 41 % de los hombres con pelo fueron invitados a la entrevista, pero solo el 27 % de los que no lo tenían lo lograron.
El publicitario David Ogilvy, en cambio, admitía en su libro Confesiones de un Publicitario que, para un hombre joven, perder el pelo era una buena noticia porque le daba mayor credibilidad.
Sin embargo en vez de normalizar un proceso natural -como las arrugas en la piel- preferimos ocultarlo: los tratamientos capilares como el transplante capilar se han normalizado a la vez que lo han hecho los procedimientos quirúrgicos, en parte debido a la importancia de la imagen que generan las redes sociales. De hecho, en las últimas semanas hemos visto vídeos de todos los concursantes de La Isla de las Tentaciones sometiéndose a procedimientos estéticos con total normalidad.
¿Por qué ya apenas hay futbolistas calvos? ¿Cantantes? ¿Políticos? Por el mismo motivo.
Resulta que ayudar a los hombres a recuperar el pelo perdido es un gran negocio: a nivel mundial, sólo en 2016 se invirtieron 3.500 millones de dólares en tratamientos para la calvicie cada año. Esto supera el presupuesto nacional de Macedonia, significativamente más de lo que gastamos en el control de la malaria (apenas 200 millones de dólares al año).
Resumiendo: la calvicie no es un problema fisiológico, es un problema de percepción. Y resulta mucho más costoso poner pelo a los millones de hombres calvos que cambiar esa imagen instalada en la cabeza de las personas.
A esto no ayuda la representación de la alopecia en la cultura de masas. Por ejemplo, la mayoría de los villanos de Marvel son calvos, mientras los héroes tienen pelazo.
Por eso, una manera de combatir estas percepciones negativas es la normalización de la alopecia en los medios. De un tiempo a esta parte se publican listas de los calvos más sexys, y personajes como Pep Guardiola, Zinedine Zidane o Luis Tosar han hecho mucho por elevar el caché de la alopecia en nuestro país.
Pero queda mucho trabajo por hacer si queremos lograr que la siguiente generación de hombres que pierden su pelo no pierdan tampoco su amor propio… ni su dinero intentando recuperarlo.
Señales débiles
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La ciencia de poner nombres a los coches.
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Esa Gen Z que está haciéndose mayor sin echarse novio/a.
“What matters most isn’t success, or wealth, or stuff. It’s connection and relationships and love”. The Guardian ha preguntado a 15 personas acerca del sentido de la vida.
Un estudio concluye que la felicidad son dinero, amor y amistad. La novedad es que los tres van de la mano.
Inteligente posicionar a Claude AI como “Chat GPT, pero más seguro”.
Una cosa más
No eres tú: las plataformas de streaming son indistinguibles.
A la gente le cuesta relacionar títulos con plataformas…
… y la estrategia de vender la plataforma a través de sus grandes títulos funciona regular.
El estudio completo, aquí.
Y un bonus track
He hablado de estrategia con Juan Rodríguez Talavera en su podcast Rodobo.