Que Madrid tiene un problema de imagen no es una novedad: no porque la imagen sea mala, sino porque la imagen está desdibujada. Mientras que Barcelona se convirtió en un referente de modernidad mediterránea gracias a los Juegos Olímpicos de 1992, Madrid lleva desde entonces pensando qué quiere ser.
Un estudio de la Fundación Mori pone datos sobre la percepción de Madrid, y, más interesante todavía, compara la percepción entre visitantes y no visitantes.
El primer problema de Madrid es que no tiene imagen propia: vive de ser la capital de España -con lo cual se come muchos de los atributos nacionales- y el hogar del club de fútbol más exitoso del mundo.
El estudio también deja claro que una visita a Madrid transforma la percepción de la ciudad: pasa a tener algunos atributos propios como el calor (¿a quién se le ocurre hacer turismo en verano?), el ocio en de tapas y fiestas y los museos, entre los que destaca El Prado. ¿Es suficiente para competir con París, NY o Roma?
Hace muchos años, el COE decidió presentar la candidatura olímpica de Madrid por tercera vez consecutiva porque ninguna ciudad había perdido tres veces hasta que Ana Botella tomó la palabra para cambiar el curso de la historia.
Yo me posicioné públicamente a favor por una sencilla razón: unos Juegos son un dinamizador del turismo incomparable, y esos turistas que vienen durante las Olimpiadas luego hablan de Madrid al volver a sus casas.
Sea para atraer turismo, para atraer inversión o para generar riqueza, Madrid sigue teniendo un problema de imagen. El Real Instituto Elcano acaba de publicar un estudio en el que compara la imagen de Madrid con la realidad de la ciudad: en casi todas las métricas Madrid aparece sistemáticamente percibida como peor de lo que realmente es.
Lo tremendo del caso de Madrid es que las cifras están yendo hacia arriba a pesar de que la ciudad sigue sin haber definido su imagen de forma precisa. Lo explica El Economista:
Madrid cerró 2024 como el mejor año de su historia en términos turísticos. La capital recibió 11,2 millones de visitantes, un 5,5% más que el año anterior, y las pernoctaciones en sus alojamientos crecieron un 4,7%, hasta los 23,2 millones. Pero el indicador más valorado por sus responsables turísticos es el sustancial incremento registrado en el gasto internacional, que creció un 21% respecto al año previo hasta situarse en 16.141 millones de euros, una muestra de cómo la mayor ciudad del país ha virado su imagen para recibir a turistas de mayor poder adquisitivo.
Ahora, más de diez años después del fiasco de los Juegos, igual no es el momento de plantearse si la estrategia es la correcta, sino si el objetivo de convertir Madrid en una capital del turismo mundial es lo mejor que le puede pasar a la ciudad.
No es noticia que la fiesta del turismo la pagan los habitantes de una ciudad: en el caso de Madrid, el precio del m2 se ha disparado un +36% desde febrero de 2020. Sólo en el último año, el incremento es del +20%. Lo dice Idealista.
Idealista, por cierto, se ha disparado en el pie con un anuncio delirante en el que una pareja se desmaya al visitar un piso de megalujo. Lo utilizan en su patrocinio del Benidorm Fest.
(no está en YouTube la versión doblada al castellano, pongo el original en italiano)
El chiste se hace solo.
El precio de la vivienda en Benidorm se ha incrementado un 17,2% en el último año.
Y surge la pregunta: ¿qué condiciones convierte a una ciudad en una buena ciudad? Para ayudar con la respuesta, consultamos con el reporte anual World’s Best Cities que hace la consultora Resonance.
Resonance valora tres dimensiones a la hora de evaluar a una ciudad:
Livability es cómo de adecuada es la ciudad para sus habitantes, desde el coste de la vivienda o el sistema de salud hasta la calidad del aire.
Lovability se refiere a la calidad del ocio, desde museos a restaurantes.
Prosperity hace referencia al capital humano, como el nivel educativo o la tasa de paro de una ciudad.
Pues bien, según este ranking, Londres aparece como la mejor ciudad del mundo y Madrid está en un destacado séptimo puesto.
No está mal para ser una ciudad sin imagen definida.
Señales débiles
Señales débiles es como se denomina en investigación a comportamientos emergentes que pueden convertirse en tendencia mayoritaria.
Las ventas de champagne caen un -7% en Francia… y un -10% a nivel mundial.
David S. Goyer, guionista de la trilogía de El Caballero Oscuro, se ha inventado un nuevo universo usando blockchain. Suena complejo.
Primark ha lanzado una línea de productos para personas con discapacidad.
La población lectora supera, por primera vez, el 65%… y los jóvenes entre los 14 y 24 años son los que más leen (75,3%)
Los jóvenes americanos ricos han normalizado el digital shopliting; es decir, el hecho de robar a las tiendas online.
#nospendJanuary, la tendencia de TikTok para dignificar el ahorro
Una cosa más
¿Quién ha visto alguna vez arenas movedizas en la vida real? Este gráfico te saca una sonrisa porque es TAL CUAL.