Retrato de un mundo desigual
“La riqueza de los cinco multimillonarios más ricos del mundo se ha más que duplicado desde principios de esta década, mientras que el 60% de la humanidad se ha empobrecido.”.
Por mucho que los hayamos escuchado ya, algunos titulares nunca dejan de epatar.
La ONG Oxfam aprovechó el momento Davos para hablar de lo suyo, y hace falta hablar de desigualdad. Mientras los salarios crecen por debajo de los precios y la mayoría se deja capacidad adquisitiva por el camino, la riqueza de los súper ricos crece tres veces más deprisa que la inflación.
Estando en España tenemos poco derecho a queja: el Norte Global sólo acoge a una de cada cinco personas en el mundo, pero el 69% de la riqueza está concentrada en esa región.
Según datos de la propia Oxfam, las empresas más grandes del mundo experimentaron un aumento del 89% en sus beneficios en 2021 y 2022. Esos beneficios adicionales podrían revertir en mejorar las condiciones de sus empleados o en devolver a las comunidades en las que operan, pero la gran mayoría del dinero extra, un 82% para ser más exactos, van directamente a los bolsillos de sus accionistas.
Hasta hace relativamente poco, el informe de Oxfam podría leerse como una utopía idealista de una ONG de izquierdas. Pero la verdad es que los números son difíciles de rebatir.
Oxfam cierra su informe con tres grandes líneas maestras para reconducir la situación: 1) Devolver poder al Estado frente a las corporaciones; 2) Regular a las grandes empresas, evitando monopolios y subiéndoles los impuestos; 3) Reinventar la manera de hacer negocios, creando empresas cuyo propósito principal no sea enriquecer al accionista.
Y quizás alguien debería explicar a los súper ricos que ellos deberían ser los primeros interesados en que la gente de a pie pueda comer, trabajar y vivir con dignidad.
Link al estudio de Oxfam
No toda la innovación genera desconfianza
La consultora Edelman también se subió al tren del foro en Davos para presentar su estudio anual sobre la confianza en el reciente. Los niveles de confianza (media de confianza en ONGs, negocios, gobierno y medios) en la población española siguen por debajo de la media mundial (índice 56 vs 46) pero alineados con el resto de democracias occidentales.
¿En que creen los españoles? Sobre todo, en los negocios: el 56% de la población confía en el sector privado, con una subida muy significativa en el último año de +7 puntos. A su altura sólo está la Unión Europea, aunque ha perdido -4 puntos desde 2022. Por detrás están las ONGs (53%), los medios (40%) y el Gobierno (36%).
El instituto Gallup -los señores norteamericanos que inventaron las encuestas- hace un estudio más detallado cada año para entender en qué confían los norteamericanos. Es interesante que, al disgregar las empresas entre pequeñas empresas y grandes corporaciones, la diferencia en la confianza que generan ambas es diametralmente opuesta. Es posible que en España suceda lo mismo, pero de momento no lo sabemos.
El barómetro de este año pone mucho foco en la innovación y cómo la perciben los ciudadanos de cada país. En España, un 53% de ciudadanos creen que el Gobierno no regula bien la innovación. Es interesante la actitud de la innovación en función de la ideología política: los españoles de derechas rechazan la innovación mucho más que los de izquierdas (por tanto, tiene sentido que se les llame conservadores).
Pero, ¿qué innovación?. La principal discrepancia está en la energía verde (un 18% de personas de derechas las rechazan frente a un 8% de personas de izquierdas) y la terapia genómica (34 vs 26%). En cambio, ambas ideologías coinciden en su rechazo de la IA y de los alimentos genéticamente modificados.
Edelman, que tiene su propia agenda de intereses detrás de las preguntas de este estudio, concluye su estudio con una reflexión: para que la ciudadanía acepte la innovación, el sector público debe crear un marco regulatorio eficaz y las empresas deben aprender a comunicar claramente de qué manera cada innovación va a crear un impacto positivo en la vida de las personas. Es decir, que no basta con tener ideas geniales, sino que hay que implementarlas y presentarlas al público con la misma brillantez.
Bonus track: encontré en el Substack de Rex Woodbury el gráfico debajo, que me parece interesante: cómo la influencia pasó de las instituciones públicas a las corporaciones privadas, y de ahí a los individuos. De ahí que hoy los chavales quieran ser más YouTubers que astronautas. O lo que es lo mismo: el camino más eficaz para que los niños quieran estudiar aeronáutica y acabar orbitando la Tierra es que la NASA (o SpaceX) les enseñe a hacerse influencers.
Link al estudio: Edelman Trust Barometer 2024
Señales débiles
Señales débiles es como se denomina en investigación a comportamientos emergentes que pueden convertirse en tendencia mayoritaria. La mayor parte no dan para un artículo, pero su mera existencia debería hacernos empezar a pensar en ellos.
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Una cosa más
Las jóvenes son más de izquierdas, los jóvenes más de derechas. Mi lectura: los hombres se vuelven conservadores porque se sienten amenazados en un mundo en el que pierden poder frente a las mujeres… y las máquinas.
En España, la gente de Graphext ha replicado el estudio a partir de datos del CIS, y son similares: las chicas jóvenes son más progresistas que los chicos. También interesante: en España las mujeres mayores son más conservadoras que los hombres. Es decir, vivimos en un país de nietas progres y abuelas fachas.