The sky is the limit: ¿puede Superman volar en el mundo actual?
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El próximo 11 de julio se estrena Superman, de James Gunn, la enésima actualización del mito del superhéroe volador.
Actualización es la palabra clave: ¿qué representa Superman en un mundo que ha perdido la inocencia? ¿Cómo conseguir que se interese por el Hombre de Acero un mundo donde el cinismo vence al sentido del humor, donde las fake news pesan más que la esperanza?
El Superman de Richard Donner fue, en 1978, la primera película de superhéroes, la inventora del género. La que decidió que se podía vestir en mallas a un actor salido de la prestigiosa academia Juilliard y hacer una película seria.
Durante toda la década de los ochenta, el mandato de Ronald Reagan y hasta que Tim Burton estrenó su Batman en 1989, Superman fue el único superhéroe disponible para las audiencias de todo el mundo.
Superman nace con una carga ideológica innegable: su primer comic se publica en 1938, apenas un año antes de que Hitler invadiera Polonia y todos sabemos lo que sigue.
La dificultad de Superman reside en el ideal que defiende. Mientras otros héroes tan o más populares que el Hombre de Acero como Batman o Spider-Man, simplemente protegen a los habitantes de su ciudad frente a supervillanos con planes más o menos cortoplacistas, Superman aspira a salvar a toda la humanidad. Muchas veces, aspira a salvar a la humanidad de sí misma.
¿Su ideología? El liberalismo americano. De hecho incluso cuarenta años después de su nacimiento, en la versión de 1978, Superman -técnicamente, un alienígena crecido en Kansas- seguía defendiendo literalmente “la verdad, la justicia y el estilo de vida norteamericano”.
Coincidiendo con el final de Reagan y la América optimista de Bill Clinton, Superman desapareció de la gran pantalla.
Hace dos décadas, en la América post 11-S de 2006, el cineasta Bryan Singer intentó revivir al héroe. El problema es que lo hizo sin hacerlo evolucionar, y el Superman inocente y puro de 1978 ya no era creíble, ni remotamente interesante, para las audiencias de 2006.
En 2013, Warner Bros hizo un nuevo intento. La idea fue hacer un Superman más oscuro, en el mismo estilo que el Batman de Christopher Nolan y el Bond de Daniel Craig.
Incluso al final del film -va un spoiler de una película de hace doce años- este Superman descarnado asesinaba al villano para salvar una vida inocente.
Del mismo modo que presentar al personaje de 1978 en 2006 no funcionó, al alejar a Superman de su esencia hasta convertirlo en un personaje con elecciones morales cuestionables -una muerte justifica muchas vidas- aquel Superman tampoco tuvo mucho vuelo.
Mientras tanto, Marvel había ido construyendo su universo en paralelo, acumulando un taquillazo detrás de otro.
Ahora, Warner Bros ha decidido competir con Marvel entregando las llaves de DC Comics a James Gunn, cineasta conocido por haber dirigido las tres partes de Guardianes de la Galaxia para Marvel. Es decir, le han robado el CEO a la competencia.
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El brief es difícil, pero Gunn no parece amilanarse. De momento, ha optado por encabezar la campaña de promoción del film desde sus redes sociales (aquí en X, aquí en Instagram) hasta el punto de entrar a responder a los fans de manera regular.
Gunn ha establecido sólo una norma a la hora de desarrollar nuevos proyectos: nada se empieza a rodar hasta tener un guion con el que él esté satisfecho. Una norma bastante elemental, que los estudios de Hollywood han hecho saltar por los aires con tal de cumplir los plazos de entrega que marcan los accionistas.
I do believe that the reason why the movie industry is dying is not because of people not wanting to see movies. It’s not because of home screens getting so good. The number-one reason is because people are making movies without a finished screenplay.
James Gunn
Gunn da las claves de su Superman en una larga conversación con Rolling Stone: un superhéroe más colorista, unos supervillanos más hiperbólicos y Krypto, el super perro, como contrapunto cómico.
Y, sobre todo, la promesa de que el espectador no tendrá que haber visto Superman para poder disfrutar del resto de películas que vendrán detrás, empezando por Supergirl.
Porque la dificultad reside en que el Superman de James Gunn es el pilar fundacional del nuevo universo cinematográfico de DC que aspira a destronar a Marvel.
En otras palabras, si el Superman de James Gunn naufraga, el barco de Warner Bros se hundirá.
Así que sólo les queda ser optimistas: look up, como dice el poster promocional.
Aunque yo personalmente habría apostado por otra tagline: The sky is the limit.
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